El dicho ‘De Madrid, al cielo’ es más viejo que el tebeo, pero sirve para definir lo que supuso para esta ciudad la llegada del concepto de los rascacielos: elevar el perfil de la ciudad, alejándola de la imagen de poblachón de antaño. Esto ha hecho que la ciudad albergue un buen puñado de inmuebles de gran altura, y algunos de ellos ya han transitado la frontera que separa la novedad de lo clásico, mereciéndose con ello una protección que les haga perdurar en el futuro. Este es uno de los propósitos que cumple la última actualización del Catálogo de Edificios Protegidos del Ayuntamiento de Madrid, que acaba de alcanzar su plena vigencia tras recibir el visto bueno por parte de la Comunidad.
Esta revisión y ampliación del Catálogo de Edificios Protegidos de Madrid, que ha supuesto una modificación del Plan General de Ordenación Urbana, ha sido fruto del minucioso trabajo llevado a cabo desde el Área de Gobierno de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad y se traduce en la incorporación de un total de 734 edificios. Esta actualización representa el mayor impulso dado al catálogo en el último cuarto de siglo y sitúa a la capital como referente en materia de protección de su patrimonio arquitectónico. La ciudad tendrá a partir de ahora 21.030 edificios protegidos.
El grueso de estas incorporaciones lo forman un total de 686 edificios de la segunda mitad del siglo XX que, por su fecha de construcción, superaban o estaban demasiado cerca del límite temporal de estudio (1980) que estableció el último Plan General. Su inclusión permite ahora añadir y reconocer el valor de la arquitectura contemporánea presente en la ciudad de Madrid.
Aquí encontramos grandes inmuebles, fundamentalmente de oficinas, que en su día rompieron el ‘skyline’ madrileño pero ya se han integrado en él. El ejemplo de la Torre Picasso, que domina el área de Nuevos Ministerios, es paradigmático. Obra del arquitecto norteamericano de origen japonés Minoru Yamasaki, ha sido incorporada al catálogo para poner en valor, entre otros, el carácter precursor que esta construcción tuvo en su momento para el municipio, abriendo la puerta a rascacielos de cada vez mayor altura. De hecho, fue el edificio más alto de España hasta 2002 y el más alto de Madrid hasta 2007, cuando le superó la Torre Emperador, la primera de las Cuatro Torres del área de negocios de Tetuán.
Otra muestra de altura en arquitectura la da otro de los edificios protegidos, la Torre de Valencia, situada en el número 6 de la calle O’Donnel. Este inmueble residencial diseñado por Javier Carvajal Ferrer es un claro ejemplo de arquitectura brutalista en España que se terminó hace justo ahora 50 años. Su construcción vino precedida de polémica, al considerarse que rompía con la imagen que se tenía desde la plaza de Cibeles hacia la Puerta de Alcalá. Esa controversia ya está superada, hasta el punto de su inclusión en el Catálogo.
Otros edificios de gran volumen de la segunda mitad del pasado siglo que han merecido la inclusión en este catálogo son La Unión y el Fénix (paseo de la Castellana, 33), actual sede de Mutua Madrileña y diseñado por Luis Gutiérrez Soto; la Fundación Juan March (calle Castelló, 77), planteado por José Luis Picardo; la Basílica Hispanoamérica Nuestra Señora de la Merced (calle Edgar Neville), el edificio de viviendas situado en el 33 de la calle O´Donnell diseñado por Antonio Lamela, el Convento de Nuestra Señora de Filipinas y Padres Dominicos (calle Conde de Peñalver, 40) y el Edificio Beatriz (calle Ortega y Gasset, 29).
Los edificios antes citados forman una muestra de los 183 edificios aislados protegidos de aquella época. A ellos hay que sumar 503 edificios agrupados en once conjuntos homogéneos, como la Cooperativa de Viviendas Militares de Alberto Aguilera, el conjunto del Parque de las Naciones de Chamberí o el Poblado de Almendrales, en el distrito de Usera.
La revisión también ha querido tener en cuenta edificios considerados vestigios de valor ambiental que respondieron en su momento a planteamientos específicos de planificación urbana con relevancia histórica. En concreto, este objetivo se centraba en la ciudad lineal diseñada por Arturo Soria a finales del XIX (que quedaría luego integrada en la calle a la que da nombre este urbanista, dentro del distrito de Ciudad Lineal) y la ampliación, a este respecto, ha incluido un total de 31 edificaciones. Como ejemplos, el antiguo Hotel Rubín (calle Arturo Soria, 124), actual residencia de menores y antigua casa de Arturo Soria; el edificio principal del Colegio de Huérfanos de la Armada (calle Arturo Soria, 285) y el Palacio de Villa Menchu (calle María Lombillo, 1).
Finalmente, un tercer grupo de edificios incorporados al catálogo es el integrado por 17 edificaciones a las que la legislación posterior al PG97 y, en concreto, la Ley de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, ha otorgado una protección cautelar por aplicación de parámetros temporales y tipológicos concretos que exige su análisis individualizado y la protección urbanística de determinados inmuebles. En este caso encontramos la Ermita de la Torre en La Galiana, la Ermita de San Isidro, y edificios con un uso en origen comunitario como los pabellones residenciales de la antigua estación de Villaverde, el Colegio de Santa Cruz en Carabanchel o los antiguos lavaderos de Hortaleza, entre otros.
Pese a este avance en el Catálogo de Edificios Protegidos, el Área de Gobierno de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad sigue trabajando en el proceso de mejora de la protección de la herencia arquitectónica de la ciudad. De hecho, en estos momentos está en trámite una nueva modificación del catálogo para incorporar la arquitectura popular neomudéjar, especialmente relevante en distritos como Tetuán. Todo ello, con el objetivo de dotar a la ciudad de una normativa urbanística moderna, que responda a las necesidades de los ciudadanos y que se adapte a los cambios sociales, económicos y culturales de Madrid.