Volado, como flotando casi en el aire, el puente de la Concordia, abierto al tráfico el pasado miércoles, 9 de marzo, une la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas-Adolfo Suárez con Valdebebas y se convierte en una nueva entrada a Madrid.  Nuevo, no como su homónimo parisino -le Pont de la Concorde- que fue inaugurado en 1791 sobre el Sena, sí tienen ambos algo en común: ser una seña de identidad de sus respectivas ciudades. En el caso de Madrid, que al salir del aeropuerto y verlo, pensemos ¡ya estamos en casa!

Con sus 214 metros de longitud, sus 25 de anchura y sus 2.500 toneladas de peso, su gestación ha sido larga. Han pasado tres lustros desde que la Junta de Compensación de Valdebebas sacara a concurso público su construcción, la crisis de 2008 la paralizara y ahora, el pasado día 9, cobrara vida con el transitar de los vehículos cruzando sus cuatro carriles, dos por sentido, yendo y viniendo del aeropuerto y conectando el noroeste de la ciudad con la terminal aeroportuaria.

La inversión ha sido de 21 millones de euros y las obras han sido financiadas y ejecutadas por la Junta de Compensación de Valdebebas, con la supervisión del Área de Obras y Equipamientos.

Puente de la Concordia, 'sobrevolando' la M12
Puente de la Concordia, ‘sobrevolando’ la M12

Conectando pasado y futuro

El puente de la Concordia rinde con su nombre un homenaje a la Transición española que permitió la convivencia entre todos los españoles. El nombre, como señaló el alcalde José Luis Martínez Almeida, “permite conectar lo mejor de nuestro pasado, que es la construcción de una democracia bajo la constitución de 1978” representada por el aeropuerto Adolfo Suárez, “y lo mejor de nuestro futuro, que es el modelo de ciudad y de desarrollo urbano” representado por Valdebebas.

Su diseño, obra de Lorenzo Fernández-Ordóñez, ‘el padre’ junto con Fernando Porras-Isla de otro proyecto icónico de Madrid, la ‘nueva’ plaza de España, es todo un hito ya que consta de solo dos apoyos para sus 214 metros de largo y es el puente con mayor distancia entre los soportes de la Comunidad de Madrid. En total 162 metros flotando sobre la M12 que conforman un arco, cuya altura máxima en el centro es de 10,30 metros, con un simbolismo claro: una puerta abierta más a esta ciudad.

Su forma, inspirada en el diseño industrial en línea con la T4, es también muy singular. Lejos de los habituales ‘tirantes’ que unen el arco con la base, en el puente de la Concordia el tablero cuelga de una malla o celosía permeable de perfiles tubulares de acero, que garantiza la transparencia visual y genera un juego de luces y transparencias que varían según el momento del día y según el punto desde el que se mire.

La instalación del tablero, un reto

El mayor hito en el proceso constructivo tuvo lugar el pasado mes de abril, cuando se instaló el tramo central del puente de 130 metros de largo, 25 metros de ancho y 2.400 toneladas. La operación se llevó a cabo montando esta estructura en una plataforma lateral paralela a la M-12 y desplazándola posteriormente hasta su posición definitiva. La maniobra de desplazamiento tuvo una duración ininterrumpida de seis días y requirió el corte total de la M-12 durante ese período de tiempo.

Casi un año después, ya podemos ‘volar’ sobre la M12.