Pau Donés daría lo que fuera por uno de la Flaca; Ana Belén los mezclaba con la ternura en un derroche de amor; el de Gustave Klimt es quizá el más famoso de la historia de la pintura; el que se da una pareja en París y fue inmortalizado por la cámara de Robert Doisneau ha dado la vuelta al mundo; y el de Rhett a Scarlett en “Lo que el viento se llevó” es ya todo un icono de la cinematografía universal.
Hablamos, por supuesto, de los besos. Ayer fue el Día Internacional del Beso, una fecha que conmemora el aniversario del beso más largo de la historia, que tuvo una duración de nada menos que 46 horas. Fue en un concurso en Tailandia para batir un récord Guiness y la pareja ganadora parece que no tuvo suficiente y al año siguiente batieron su propio récord, manteniendo sus labios sellados durante 58 horas.
En el Ayuntamiento de Madrid también celebramos el Día Internacional del Beso, sin concursos por supuesto, sólo besándonos, de muy diversas maneras, porque también hay besos muy variados. Los hay cariñosos, atrevidos, paternales, dulces, amorosos, mojigatos, extraños, románticos, prohibidos, tímidos…
Lo que parece que está probado es que besarse es estupendo para la salud. ¿Sabéis que los besos son el mejor antidepresivo y el analgésico más eficaz? No lo digo yo, lo dicen los muy variados estudios científicos que han demostrado que aportan múltiples beneficios para nuestro organismo. Liberan hormonas como la dopamina y la oxitocina, que mejoran nuestro estado de ánimo; movilizan otras secreciones hormonales que ayudan a aumentar las defensas naturales; las endorfinas que genera el acto de besar tienen la propiedad de actuar como reductoras del dolor y, como se dilatan los vasos sanguíneos, besarse es muy recomendable para aquellas personas que sufren dolores causados por enfermedades inflamatorias como la artritis, la fibromialgia o incluso la jaqueca.
Así que, dejémonos de dolores de cabeza y besémonos más porque además, besarse es gratis.
